Abrazos en el aire: apoyo a personas que han vivido una pérdida durante el estado de alarma (pandemia COVID-19)

La pérdida de un ser querido es una de las situaciones más dolorosas y estresantes que puede vivir una persona. Todo lo que acontece alrededor del hecho de la muerte resulta decisivo para vivir el proceso de duelo.

En estos días de pandemia y confinamiento, miles de personas hemos perdido a seres queridos en unas circunstancias insólitas, muy difíciles y condicionados por unas medidas sanitarias excepcionales de estado de alarma. Nuestros enfermos han estado en hospitales o en residencias de mayores sin poder recibir nuestra compañía o la de otros familiares. Nos ha resultado imposible estar a su lado en ese trance de la vida: el momento de la muerte. 

Nos hemos visto privados de unos rituales de despedida que necesitamos en esta trascendencia de decir adiós a nuestro ser querido. En estas circunstancias de dolor nos ha envuelto un aislamiento social que no nos ha permitido disponer de un tiempo para comprender qué era lo que estaba sucediendo.

Hay muchas preguntas alrededor de lo ocurrido, una sensación de incomprensión, incredulidad y desconocimiento sobre cómo hemos llegado a algo así. Sabemos que la muerte es un misterio y somos conscientes de que nuestros seres queridos pueden morir en cualquier momento. Pero toda esta pandemia ha sido, imprevisible, inesperada, con un avance muy rápido y muy difícil de asumir. En medio de esta velocidad, sentir que las personas a las que amamos, han muerto sin poder sujetar la mano, acariciar su rostro o abrazar, nos ha hecho sentir un gran dolor y plantearnos muchas preguntas sin respuesta: ¿Por qué así? ¿Por qué ahora? ¿Tendría que haber hecho algo? ¿Cómo lo habrá vivido?...

Estos tristes y desoladores hechos están siendo una dificultad añadida para comenzar nuestro duelo: vivimos una irrealidad que, junto a la impotencia e incredulidad, puede hacer que hayamos congelado nuestras emociones. Nuestros familiares y amigos no han podido abrazarnos, acogernos o sostener el dolor porque la situación de confinamiento nos ha obligado a vivir estos primeros momentos en una gran soledad. Se nos han quedado muchos abrazos en el aire.

Tras el confinamiento, retomar la vida cotidiana puede que sea diferente para todos, sin duda especialmente doloroso para todas aquellas personas que hemos vivido una pérdida en estos días. Ahora nos enfrentamos al momento difícil para comenzar un camino en el que hacer frente a todo lo ocurrido.

Quizá te reconozcas en algunas de estas sensaciones, es natural:

-       Vivir lo ocurrido como irreal, parece mentira que esto haya pasado. La dificultad de poder acompañar a nuestro familiar no ayuda a tener conciencia de lo sucedido.

-       Repasar todo lo vivido con muchas preguntas, ya que no nos ha dado tiempo a procesarlo tan rápidamente.

-       Sentir incertidumbre y desasosiego, rabia, culpa.

-       Tener sensación de montaña rusa emocional, con intensas oleadas de dolor que van y vienen.

Enrique Bueno ilustración Vida y perdida_03.jpg

Tal vez pueda ayudarte:

-       Contactar con las personas que estuvieron cerca del ser querido para que puedan responder a todas las preguntas o dudas. Una vez que el estado de alarma haya pasado y la situación esté más tranquila, seguro que podrás encontrar una vía para hacerlo.

-       Volver a la vivienda o a la residencia de tu ser fallecido será doloroso, tómate tu tiempo… procura ir acompañado por algún otro familiar íntimo…

-       Preparar algún ritual con los familiares y amigos: siempre hay tiempo para preparar un pequeño recuerdo u homenaje, puedes escribir unas palabras, recupera algunas fotos especiales, planea con tus familiares algo especial en lo que participéis juntos.

-       Encontrar un espacio de desahogo y descarga de tu dolor.

-       Tomarte el tiempo que necesites y ponerte pequeños retos día a día.

Si tú quieres, desde Vida y Pérdida podemos estar a tu lado para acompañarte en estos momentos de vuelta a una dolorosa realidad. Este apoyo psicológico puedes recibirlo en sesiones individuales o grupales. Nuestra larga experiencia nos hace conocedoras de los beneficios que también se obtienen al compartir experiencias en grupo con personas que han vivido un duelo similar.

“Fue un martes 31 de marzo de 2020, me llamó mi hermana por la tarde y me dijo, palabras textuales: “Cómo te lo digo, me acaban de llamar de la residencia y que la mama ya está. Ha sido hace un rato, no se ha enterado de nada”. En ese momento ninguna de las dos sabíamos cómo reaccionar. Como había sido del Covid-19 no habría velatorio y al cementerio solo podían ir 3 personas. Tampoco sabíamos exactamente cuando iba a ser el entierro. Esa noche pude dormir, pero cuando me levanté al día siguiente le dije a mi marido: “ayer me llamó mi hermana para decirme que mi madre se había muerto, y yo estoy hoy aquí en mi casa, haciendo la vida normal de todos los días, como si no hubiera pasado nada” Sentía una sensación inexplicable, tampoco tenía ganas de llorar.

Yo hablaba cada día con mi hermana y a ella le pasaba lo mismo.

El día del entierro fue todavía más extraño. Esta llamada todavía fue peor, ya que ni ella ni yo teníamos ganas de hablar. Cuando colgué dije: “me acaba de llamar mi hermana para decirme que ya han enterrado a mi madre y yo estoy aquí tan tranquila como si me hubiera llamado para decirme que ha ido al cine a ver una película y que no le ha gustado”. 

Hace pocos días que estoy empezando a llorar cuando nombro a mi madre, yo creo que hasta que no vaya a Barcelona y le vaya a llevar unas flores no voy a asimilar que mi madre ya no está, que no la voy a poder visitar a la residencia como siempre cuando yo estaba allí. Tengo un poco de miedo a ese momento porque ahora estoy tranquila en mi casa, como estoy lejos e igualmente no la podría ver, todavía como que no me lo creo” . Yolanda

Enrique Bueno ilustración Vida y perdida_05.jpg