Estar en duelo


"En ninguna otra situación como en el duelo, el dolor producido es TOTAL: es un dolor biológico (duele el cuerpo), psicológico (duele la personalidad), social (duele la sociedad y su forma de ser), familiar (nos duele el dolor de otros) y espiritual (duele el alma). En la pérdida de un ser querido duele el pasado, el presente y especialmente el futuro. Toda la vida, en su conjunto, duele". Montoya Carrasquilla (1998).

En medio de toda esta vivencia, ponemos en marcha una serie de emociones, pensamientos, sensaciones corporales y comportamientos que van formando nuestro afrontamiento en este proceso vital. Muchos de estos abordajes van marcados por nuestras experiencias y, paso a paso, nos van acompañando en el camino.

En los primeros momentos podemos decir que nuestras fuerzas están centradas en sobrevivir; es cuando nos encontramos en crisis, como en shock, especialmente si la pérdida es la muerte de una persona muy querida. Entonces parece que la vida pierde sentido y el dolor lo envuelve todo. Y poco a poco, comenzamos a caminar, paso a paso hacia adelante, buscando el sentido y el significado a lo que ocurre.

A medida que avanzamos en el duelo, vamos siendo conscientes de lo ocurrido y esas primeras oleadas de intenso dolor e irrealidad comienzan a diluirse dando paso a una pena más profunda. Es cuando nos hacemos conscientes de la nueva realidad, y aparecen emociones muy intensas como la tristeza, la rabia, el miedo o la culpa. Según vamos acogiendo esas emociones y nos adentramos en el dolor, somos más capaces de ir integrando la pérdida y avanzar en nuestro proceso de duelo.